Foto: Referencial
Me encuentro aquí, sentada con un
nevado de caramelo en una conocida cafetería del norte de la ciudad de Quito, pensando
por largo rato sobre el tema de mi crónica.
Tras toda la conmoción ocasionada ante la
rueda de prensa de este jueves 12 de marzo de 2020 convocada por el Dr. Jorge Yunda,
Alcalde de la ciudad de Quito sobre la declaratoria de emergencia para la capital,
en la cual anunciaba la suspensión de clases y actividades multitudinarias. La gente se alarmó y en todos lados se habla
sobre el tema. En todos lados escucho coronavirus.
Del parqueadero a la cafetería
donde me encuentro, calculo unos 100 metros. En mi camino, la mayoría de personas con
sus teléfonos en las manos inician conversaciones sobre el Coronavirus, lo escuché
más de seis veces. ¡Dios mío! en este punto hasta a mí me da gripe imaginaria y
trato de disimular una tos repentina para que nadie me vea feo, la verdad no
creo ser la única.
Ya sentada en la cafetería a escasos
tres metros en frente de la mesa en la que me encuentro, veo una escena muy
bonita. Cinco hombres de la tercera edad,
sus cabellos blancos, con sus ternos muy planchados y sus zapatos brillantes,
dos de ellos con boinas en sus cabezas. Tienen una pinta muy elegante. Desde aquí puedo escuchar todas sus conversaciones,
(ya sé que es de mala educación, pero lo vale) todos se ríen del coronavirus. “La gente como loca comprando y desabasteciéndole al Supermaxi, ayudándoles a vender lo que no pudieron en diciembre” dice uno de
ellos, mientras otro le responde de inmediato: “claro, y encima se endeudan
para 30 días, compran mil dólares con tarjeta de crédito a 6 meses”. Enseguida uno
de ellos lee una noticia sobre el virus, todos escuchan con atención mientras
se toman sus tazas de café.
Y es que la gente se encuentra
alarmada, pero no es la primera vez que pasa esto. Recordemos, el año pasado
con el paro
nacional del 16 de julio y el cual dejó grandes pérdidas
económicas, 281 millones de dólares para ser exactos en todo el país y con
algunos productos de primera necesidad agotados. Estábamos preocupados, por eso
creo esta vez la gente prefiere comprar, “por si acaso”.
La desinformación sobre el
coronavirus en el país es alta. Por todos lados recibimos cadenas de WhatsApp que
nos inducen a tomar agüita de limón con canela o jengibre y comprar gel,
tabletas de vitamina C y demás. Lo cierto es que, tras la información y
desinformación, nos olvidamos de los demás. Poco se habla sobre lo que pasa en Irán con la
situación del coronavirus y es que este país pidió un préstamo el pasado 6 demarzo, por cinco mil millones de dólares al Fondo Monetario Internacional (FMI)
de manera urgente, para luchar contra la enfermedad. La Organización
Mundial de la Salud (OMS) confirmó este jueves 12 de marzo un total de 9.000
casos y 354 muertes, Irán aún está en espera de una respuesta por parte FMI
para aprobar la solicitud. Kristina Georgiera directora ejecutiva de FMI aseguró
que el instrumento de financiación rápida (IFR) perteneciente al FMI es quien
hace este desembolso y se debe esperar una aprobación del consejo de esta
entidad, la cual no puede ir contra la decisión que tome USA.
En
un documento del IFR se menciona que esta entidad presta de manera rápida asistencia
financiera, sin embargo, Irán lleva una semana sin respuesta a su pedido. ¿Súper rápidos no?
Docuemento: OMS 12/03/2020
Bueno, mientras todos estamos
asustados, mis amigos de la mesa de enfrente siguen conversando del coronavirus
y lo poco que les interesa, se ríen de lo alarmados que estamos todos, hasta "el
Oscarito" como le llaman a uno de sus compañeros de mesa a quien le dice que no se
quiere tomar ni un vaso de trago para calentar el cuerpo. Uno de ellos conversa
sobre un audio que le llegó, en donde menciona que el audio decía “Ni rabia les da,
peor coronavirus” (no puedo disimular y me río con ellos) junto a nosotros un mimo
pasa ofreciendo gel antibacterial. “Nada más hay que tener precauciones y
tomarse un cafecito de vez en cuando con los amigos, pero deme un poquito”,
dice uno de ellos de manera jovial. Más jovial que la actitud de muchas jóvenes
que rinden el examen ser bachiller.
Después de su conversación sobre
el virus, hablan sobre las medidas económicas tomadas por el gobierno para
ahorrar al estado el dinero que no tiene. A todo esto, recuerdo que la noche en
que se tomó las medias económicas, la gente abarroto las gasolineras, lo digo
porque lo vi.
Y bueno, de uno en uno se van
despidiendo, incluso de mí, que pase escuchado todo lo que conversaban. Alegres
me dicen, “hasta luego niña, no se enfermará de ese tal coronavirus, más bien vendrá
por aquí para tomar un cafecito”.